Comenzando la crítica y como aspecto positivo vivimos un momento de nuestra historia en la cual por primera vez la sociedad está empezando a exigir un cambio real para mejorar la manera de hacer las cosas. La ciudadanía ve como la gestión política tradicional no da respuesta a sus intereses y necesidades. No ve como se solucionan de una forma real los verdaderos problemas que afectan a su vida cotidiana y se frustra ante esta inactividad, que parece que solo tapa parches a golpe de improvisaciones y titulares de prensa.
Nuestro Medio Natural tampoco queda ajeno a esta inactividad y es por ello que criticamos la lenta gestión del entramado burocrático y la institucionalización de muchos gestores.
Los principales perjuicios que esto ocasiona son los siguientes:
- El agua como recurso no se mima ni se distribuye con la calidad adecuada. Los vertidos residuales y la contaminación afectan a la calidad de nuestras aguas subterráneas, superficiales y marinas, llegando incluso a aniquilar nuestras praderas de posidonia.
- Nuestros bosques se encuentran sucios y abandonados.
- No se actúa de forma adecuada en aumentar y regenerar adecuadamente nuestra superficie vegetal.
- No se toman las medidas adecuadas en luchar contra el cambio climático y la desertificación, ahogándolas en costosas charlas, estadísticas y estudios que no conducen a una mejora sustancial real.
- Se ignora al mundo agrario, garante de nuestro paisaje rural, y se buscan todas las excusas posibles para no compatibilizarlo con un uso social adecuado que pudiera rentabilizar su actividad.
- Nuestras zonas urbanas no se integran con la naturaleza, hacen mas complicadas las relaciones sociales, añaden estrés y hay una gran falta de espacio abierto para el esparcimiento del ciudadano.
- Nuestro patrimonio natural, histórico y cultural no está teniendo una protección adecuada. En muchos casos se observa que la desidia, el abandono y la dejadez los están condenando al olvido.
- Nuestro modelo energético no es el adecuado ni satisface las necesidades reales de las personas.
- Nuestras estructuras urbanísticas y de movilidad están mal diseñadas y son un fracaso. Es necesario reformularlas y adaptarlas a criterios de sostenibilidad, economía y practicidad.
- El concepto de educación obvia muchos valores que deberían ser integrados en el currículo escolar, como es acercar de forma urgente a nuestros jóvenes a la Naturaleza implicando y coordinando a todos los estamentos docentes y asociativos.
- El actual sistema educativo no prepara ni facilita los conocimientos adecuados para que los jóvenes entiendan y se desenvuelvan adecuadamente con los retos a los que se van a enfrentar en el futuro.
- Nuestro modelo económico necesita urgentemente un gran impulso y un cambio de visión hacia un modelo más social, inclusivo y a la vez competitivo.
- La excesiva burocratización, la sobredimensionada estructura administrativa, la excesiva carga impositiva, la falta de humanización, la inexistencia de una verdadera oficina única y la actual división territorial están lastrando el futuro y el bienestar de los ciudadanos.
- No se trabaja adecuadamente en reducir los costes de vida de las personas. El día a día no para de encarecerse y resta recursos económicos a la ciudadanía, tanto públicos como personales.
- La salud debería de ser tenida en cuenta como un pilar fundamental, que actualmente no lo es. Por ello es preciso, además de un mayor cuidado del sistema sanitario y de sus profesionales, primar el bienestar y la sensibilidad hacia de las personas y su estado anímico, y facilitar su contacto con espacios y ambientes saludables.
Nos estamos dando cuenta que la tradición histórica isleña de vivir mirando hacia el mar y su paisaje están en peligro. Cada vez son más las voces de rebeldía que exigen un cambio. Y este cambio debe implicar que nuestros representantes piensen en los intereses reales de la ciudadanía.
En resumen, las necesidades de la ciudadanía y el medio ambiente que la envuelve no están cubiertas correctamente.